Poema diecinueve
La ciudad crece
semejante a un laberinto sin centro;
nadie la conoce,
los que hemos nacido aquí,
no la conocemos;
los que llegaron y se quedaron,
no la conocen;
los visitantes,
creen conocerla, pero se equivocan.
La ciudad cambia;
cada paso que damos,
cada mirada que se posa
sobre sus adoquines, o muros,
la alteran.
Aquella piedra gris,
cubierta de musgo y raspones;
es, paro los que aquí moramos,
un trozo de piedra, solo eso,
del que hemos extraviado
todo recuerdo,
toda memoria;
los guías,
comentan a los visitantes,
que aquella estatua de piedra gris
cubierta de musgo y raspones,
representa a Muhgollony,
quien se cree que fundó la ciudad.
Los turistas asienten,
sonríen,
y posan junto a la imagen
de Muhgollony para la foto.
La ciudad crece,
sin prisa,
todo el tiempo le pertenece;
calles empinadas
se retuercen subiendo
las colinas al sur;
son calles angostas, adoquinadas;
hacia el norte las calles se ensanchan;
son avenidas ruidosas,
vestidas de lujo.
Los muros de las casas,
respiran;
las calles palpitan
el ritmo de la ciudad;
la ciudad crece siempre,
semejante a una enredadera,
envenenando nuestros sueños.
Una calle angosta,
culmina en una escalera
que no nos lleva a ningún lado;
una puerta hornada de herrajes,
se abre al vacio,
la calle a ocho metros debajo.
En las plazas,
los mendigos y los niños
orinan en las fuentes;
En los mercados,
las mujeres van con paso apurado
de un puesto a otro,
cargadas de bolsas.
Las putas se apoyan contra los muros,
aguardan aburridas en los zaguanes.
Los cochen vomitan
humo oscuro,
es su voz.
Gerentes de bancos,
vendedoras, peluqueras,
chiquillos escapados de la escuela,
desocupados, artistas callejeros,
contadores de cuentos,
prostitutas, dealers, ladrones,
carpinteros hartos de su trabajo,
detectives, drogadictos, strippers,
bailarinas, músicos callejeros,
patrones explotadores,
escritores depresivos,
suicidas esperanzados,
dictadores, anoréxicas, fiolos,
ingenieros, barrenderos, manicuras,
amas de casa asmáticas,
futbolistas olvidados,
bañeros con cancer de garganta,
cartoneros, mujeres marcadas de viruela,
deficientes mentales incontinentes,
niños espásticos, asesinos resentidos,
padres de familia desocupados,
adolescentes perversas,
viejos degenerados,
cocainómanos felices,
madres cornudas,
hijos extraviados,
artistas desaparecidos.
Todos son la ciudad