Taxidermia, de György Pálfi
Antes que nada: el cine húngaro no suele ser sencillo de asimilar.
Taxidermia se articula como tres cuentos que cruzan la historia de Hungría desde la entreguerra y la época actual, a través de tres generaciones de una misma familia: abuelo militar en la entreguerra; padre deportista, durante la ocupación rusa de Hungría; y nieto taxidermista, en la actualidad.
Cada una de las tres historias tienen como eje una obsesión diferente, que es la que moviliza cada capítulo de la película: el sexo, la comida, y la muerte.
Pálfi hace uso de una estética exagerada y grotesca; que se desplaza entre el absurdo y la fantasía: la exageración es su recurso preferido; y en Taxidermia todo es exceso, se hable de sexo, de comida (ver foto) o de muerte; ésta última funciona en la película como metáfora de lo eterno.
Pálfi no hace concesiones de ningún tipo, y Taxidermia es un desborde de escenas visualmente fuertes, impactantes, que se regodean en lo escatológico. Permanece en un constante ir y venir entre el humor absurdo, y el asco extremo: Pálfi le hace caso a Cortázar cuando éste dice que un cuento debe ser un cross de derecha a la mandíbula: o bien te gana por knock out; o bien te vas del cine antes que termine la película, y te gana por abandono.
Después de todo esto alguien podrá preguntarse si la película es buena o no. Como film, desde lo estrictamente artístico me animo a decir que sí
foto: www.magyar.film.hu