Desde el 22/10/07 éste blog se mudó hacia Wordpress. La dirección de acceso actual es: unextrano.wordpress.com Le decisión de moverme a Wordpress, es solo estética. Me da la posibilidad de tener un diseño más prolijo y profesional. Por supuesto se mantienen todos los post que se publicaron hasta ahora, y lo mismo ocurre con los comentarios: continúan publicados. Pero todas las nuevas entradas irán apareciendo en el nuevo sitio.

Rutina II (fragmento)


Todos los días, entre el lunes y el sábado, debo levantarme temprano para ir a trabajar. Siempre preparo mate y tostadas con manteca: es mi desayuno.
Cada mañana, de cada día, entre el lunes y el sábado; el gato entra a la cocina, salta sobre la mesada, me mira, se que quiere comer luego de una agotadora noche de peleas y sexo.
Mientras el agua para el mate se calienta, y el pan va tostándose, corto la carne para el gato en trozos pequeños.
El gato me mira con ojos afiebrados y amarillos mientras corto la carne. No parece estar estar impaciente por comer. Él sabe que cada mañana, entre el lunes y el sábado, hago lo mismo: mientras se calienta el agua para el mate y empieza a dorarse el pan en la tostadora, corto en pequeños trozos la carne que le tengo reservada.
A veces intento imaginarme que pasará si no hiciera esto cada mañana entre el lunes y el sábado. El gato se acostumbró a todo esto. ¿Acaso me gruñirá? Aunque no puedo asegurar que los gatos gruñan, con seguridad el lo hará. O podrían ocurrir cosas peores si dejara de cortarle la carne en pequeños trozos cada mañana entre el lunes y el sábado mientras caliento el agua para el mate y tuesto pan para el desayuno antes de ir a trabajar.
¿Si al buscar la manteca para las tostadas, me encontrase la heladera invadida por mariposas? Esto sería peor a que el gato me gruñiera.
Pero a lo mejor no; es muy probable que encuentre a la heladera como siempre, como cada mañana. En lugar de las mariposas, saldría hacia el trabajo, y el perro que siempre duerme en el zaguán de los Hernandez, me vería pasar, alzaría la cabeza, y en lugar de acercarse a mi con la cabeza gacha y moviendo la cola, esperando una palmada cariñosa, me preguntaría qué hora es. Esto sería peor que las mariposas en la heladera.
Pero el perro puede no preguntarme la hora, simplemente vendría hacia mí con la cabeza gacha en busca de una palmada; en cambio pueden llegar a crecerme flores
en la cabeza (¿tulipanes tal vez?) si dejara de darle de comer al gato cada mañana.
O quizás nada de ésto suceda. Tal vez comience a llover en el Sahara; o nazca una niña con los ojos abiertos y que no llore. Esto último será extraño, por cierto.
De todos modos, no pienso dejar de cortarle carne en pequeños trozos al gato para que éste coma luego de una noche de peleas y sexo mientras caliento agua para el mate y preparo unas tostadas con manteca cada mañana de cada día entre el lunes y el sábado antes de salir para el trabajo, no vaya a ser cosa que ocurra una catástrofe.