Hoy mandé, por primera vez en mi vida, un mensaje de texto a través de un celular. Fue para saludar por su cumpleaños a una amiga.
Alguien pensará que hablo en broma, pero lo anterior es verdadero. Si bien soy un apasionado por la tecnología; creo que nos hallamos sumergidos en la fantasía de estar comunicados, de estar conectados unos con otros.
Usé por primera vez una computadora en 1980, era una Commodore 64. Seis años después coloqué mis manos sobre el teclado de una PC; tenía un monitor de fósforo verde, y ni siquiera disponía de disco rígido.
Usé por primera vez una PC para trabajar en 1989: creaba diseños para sweaters tejidos.
Compré mi primera máquina en 1994; y hoy, apenas doce años después, esa primera computadora me parece de juguete.
En 1996 me zambullí en internet. Uno de mis primeros intereses fueron los canales de chat; aburrido de ellos a los pocos meses, los hice a un lado: imagino a un grupo de misántropos incapaces de comunicarse con quien tienen a su lado. Quizás, temerosos del contacto físico, se recluyen dentro de su jaula de ceros y unos.
Y la obsesión de muchos, aferrados con desesperación a un prisma de plástico y metal que cabe en la palma de una mano, mientras un dedo pulgar se desplaza presuroso por breves teclas; confiando, también en estar conectados con otros; en verdad me aburren.