Vidas mínimas
Son pequeños. No conocen el sentido de la vista; pero saben unos de otro a su modo. Piensan. Sus pensamientos estás formados por la materia de los sueños; sin embargo desconocen que es dormir. Su existencia es una inmensa vigilia. Ellos creen vivir un millón de años, pero su vida es solo un instante para nosotros.
Se mueven sin aparente sentido. Son traslúcidos. Blandos. Se extienden hacia un lado y otro; parecen buscar algo. Rara vez se encuentran; pero la proximidad de otro como ellos, logra que aquellos filamentos grises que nadan en el saco de su cuerpo, se retuerzan y enrollen como cabos agitados por el viento. Estos son sus pensamientos; un agitarse de fluidos, un palpitar de membranas suaves; un caudal de moléculas recombinándose una y otra vez.
Se dividen. Se multiplican. Dos, cuatro, ocho, dieciséis, treinta y dos. No se diferencian uno del otro. Son pequeños. No podemos verlos. Somos afortunados.