Yo y la neurosis (perdón Sol, por tomar prestado el título)
Los escritores que adoptan la postura de lo que escribo no es tan bueno; o en cierto modo sólo escribo para mi mismo; y otras cosas parecidas, me aburren. Y, además, no les creo.
El escritor, en cierto modo, es un exhibicionista: escribe para ser leído. Un verdadero escritor no debe pensar que su trabajo no tiene valor; ¿para que escribe, entonces? Sospecho que un escritor debe ser ganado por la egolatría; debe creer que es el mejor, y que todos tenemos la obligación de leerlo.
¿Alguno de ustedes perdería el tiempo en alguien que se la pasa repitiendo que lo que hace no tiene el suficiente valor? Yo no; y además esa clase de gente merece nuestro desprecio.
Si sos un tipo que hace cosas olvidables, ¿para que diablos derrochás energías molestando a los editores con tu obsesión por publicar? Mas te valdría escribir para el cajón, pero esto último no es otra cosa que una actitud masturbatoria.
Dejen de lado la falsa modestia; transfórmense en auténticos pedantes insoportables y escupan sobre sus lectores todo aquello que tienen para narrar.
¿Borges escribe demasiado bien? Entonces que sea nuestro destino.
¿Arlt es uno de los escritores más interesantes por su manejo del lenguaje? Continuemos su trabajo.
¿La narrativa de Faulkner posee un peso y una densidad única? Que se transforme en una de nuestras metas.
He escuchado millones de veces eso de yo aprendo de los escritores jóvenes. Yo prefiero aprender de Flaubert, de Kafka, de Castillo.
No me vengan con toda esa monserga almibarada de la modestia. Los escritores tenemos la obligación de ser los más pedantes, engreídos, e insoportables tipos sobre el mundo. Hemos aprehendido la posibilidad de crear enormes mentiras para que los demás las crean y disfruten de ellas. Hay que hacerse cargo de ello.
Digamos, como Soriano: la literatura soy yo.