La ciencia ficción y yo
El ánimo enciclopedista, surgido a partir de la revolución francesa, nos ha llevado a catalogar y etiquetar todo aquello que está a nuestro alcance; y la literatura no pudo escaparse de ello: es así que nos encontramos que la misma, como cualquier otra forma de arte comenzó a dividirse en géneros y subgéneros, quizá por el afán de establecer un orden interno que nos permitiera tener anclajes y puntos de referencia a la hora de un análisis sistemático.
De modo “oficial”, la ciencia ficción surge en 1926 en la revista Amazing Stories de la mano de Hugo Gernsback, refiriéndose a ella como “fábulas científicas”. La denominación castellana de ciencia ficción aparece como una traducción literal del inglés science fiction; lo cual es un evidente desatino, ya que la traducción correcta sería ficción científica.
Por supuesto, esto no deberíamos considerarlo más que una anécdota, ya que desde mucho antes de Gernsback hubo en la literatura obras que podrían encuadrarse de modo perfecto a la denominación de ciencia ficción. Un buen ejemplo es Micromegas, de Voltaire: ¿de que otra forma que no sea ciencia ficción podemos catalogar un relato que nos cuenta la visita a la Tierra de un habitante de Júpiter?
Por supuesto, muchos van a cuestionar el hecho que Voltaire utiliza a Micromegas, el viajero de Júpiter, como recurso para hacer una crítica a la sociedad de su época. Éste es el punto al que deseaba llegar.
Si nos quedamos con el concepto de la ciencia ficción como un simple subgénero literario, dejaríamos fuera a una gran cantidad de obras a las que nos sería imposible catalogar; quedándonos solo un puñado de relatos –de todas formas numerosas- que no son, precisamente, lo mejor de la producción literaria.
Prefiero considerar a la ciencia ficción más como un recurso literario que como un género en si mismo. Sospecho que el hecho de conformar un género en si mismo, arrastra tras de si algunas complicaciones nefastas:
1- Los fans (y los autores) terminan enclaustrados en una burbuja del cual no les es posible salir.
2- Dicha burbuja termina aislándolos de la corriente general de la literatura.
3- Y éste aislamiento genera un rechazo, a veces justificado, del resto de la producción literaria.
¿Qué quiero decir con un recurso literario?
Simplemente una herramienta utilizada por el escritor para dar forma al texto narrado, que puede –bien usado- potenciar la historia que se cuenta. Muchos autores de ciencia ficción, ya desde la década del ´50, comprendieron esto y actuaron en consecuencia: Sturgeon, Dick, Ballard, Spinrad; por nombrar solo cuatro.
El hecho de utilizar la ciencia ficción como herramienta para generar un efecto de extrañamiento, la emparenta con la literatura fantástica; a la que tampoco podría considerársela un género.
Planteada esta cuestión vemos que el abanico de posibilidades que nos muestra la ciencia ficción, no solo es vasto, si no también mucho más interesante que las simples historias de cowboys trasladadas al espacio que Gernsback incitaba a escribir en la década del ´20. Lamentablemente, y como consecuencia de la burbuja de la que hablaba, la ciencia ficción ha sido relegada al casillero de literatura menor por parte de la corriente general, o como dicen algunos la cultura oficial.
Siempre pensé que la cultura oficial da muestras de una miopía sorprendente al alzar la bandera del prejuicio; pero el daño está hecho y aún hoy es difícil lograr que muchos escritores y críticos serios se decidan a rever sus opiniones.
La razón por la que considero a la ciencia ficción un recurso, se debe exclusivamente a razones teóricas. Deriva del concepto de realidad literaria; se considera que la realidad en la que vivimos, es apenas una parte de aquella que puede estar presente en un texto de ficción: si bien la realidad objetiva nos permite crear puntos de anclaje a la realidad cotidiana del lector; la literatura no se limita solo a transcribir textualmente esta realidad: en el mundo en el que vivimos, los chanchos no vuelan; pero nada impide que lo hagan en la realidad en que se desarrolla un cuento o novela determinados.
Desde los parámetros teóricos literarios, la realidad literaria se desgaja en dos: la realidad objetiva, que es aquella que se encuentra atada a las leyes de causa y efecto; y la realidad imaginaria, aquella que suspende nuestra percepción objetiva del mundo, y nos muestra hechos en apariencia ilógicos o insólitos, más cercanos a lo irreal o fantástico que a nuestra cotidianeidad. La ciencia ficción caería dentro del tipo de obras en las que el autor hace uso de un aspecto más amplio de la realidad literaria. Y la utilización de “realidades” más amplias que la realidad objetiva del lector, son las que crean un efecto de extrañamiento en la historia.
Siempre desde la teoría el uso de las realidades no objetivas, es lo que nos lleva a las literaturas fantásticas. Y uso éste término no como la clasificación de un género literario, sino como resultado del uso de una estructura de exposición narrativa.
De acuerdo a lo último, podemos tener cuatro tipos de hechos o realidades no objetivas o fantásticas:
1- Hecho mágico: es aquel producto de la intervención de un mago; es decir una persona con poderes mágicos. Un buen ejemplo sería la serie de Terramar, de Ursula LeGuin; que dicho sea de paso está considerada dentro de la ciencia ficción.
2- Hecho mítico-legendario: aquel hecho fantástico que tiene como sustento bases míticas. Por ejemplo El Señor de los Anillos; Tolkien ha tenido como referencia, para escribir toda la saga de La Tierra Media, buena parte de la mitología europea.
3- Hecho milagroso: es el que se produce gracias a la intervención de una deidad o ser superior; sea un dios o un espíritu, o cualquier personaje que no sea un ser humano. El único ejemplo que se me ocurre es La Odisea; al fin de cuentas, relata un viaje por comarcas desconocidas, y tanto Ulises como sus compañeros son, muchas veces, objeto de los caprichos de los dioses.
4- Hecho fantástico puro: es aquel al cual no podemos encuadrar en ninguna de las categorías anteriores. Por supuesto, la ciencia ficción en general caería dentro de éste rótulo.
Tomando en cuenta este sistema de clasificación por que opté, nos damos cuenta que la ciencia ficción es algo mucho más vasto que tontas historias de naves espaciales y monstruos verdes de ojos saltones.
Algunos ejemplos:
a- La inmortalidad: Tema bastante remanido dentro de la ciencia ficción. La podemos encontrar en un libro ya clásico como Incordie a Jack Barron, de Norman Spinrad. Pero también está presente en textos de autores mas cercanos a lo fantástico, como Borges (Los inmortales), o Cortázar (Una flor amarilla)
b- El robot: clásico de los clásicos. Lo tenemos en Yo, robot, de Asimov; pero también hay una premonición del robot en el homúnculo de Frankenstein.
c- Los extraterrestres: condición excluyente para que una historia sea tildada de ciencia ficción. Y aquí la lista de títulos sería interminable; desde las fantasías neonazis de Heinlein en Tropas del Espacio, hasta los extraterrestres que nunca aparecen en Pórtico, de Frederick Pohl; pasando por la lathita de Philip Farmer en Los Amantes; hasta los extraterrestres bondadosos y budistas de La rueda del cielo, de Ursula LeGuin.
d- Los universos o mundos paralelos: otro clásico. Un buen ejemplo es Universo de locos, de Fredric Brown; literariamente no es un gran libro, pero es una sátira muy divertida sobre buena parte de los cliches del género, en especial durante la época de Gernsback. Por el otro lado, un cuento que plantea una idea similar, y muchos se horrorizarían al escuchar que es un cuento de ciencia ficción, es El jardín de los senderos que se bifurcan.
Podría seguir con una infinidad de ejemplos quie muestran que el recurso de la ciencia ficción es utilizado por autores que no están etiquetados como pertenecientes al ghetto; pero sería demasiado extenso y aburrido.
Resumiendo: desconfío de aquellos que se lanzan a defender la ciencia ficción como si se tratara de una damisela virgen a la que se debe mantener alejada de cualquier clase de contaminación. La ciencia ficción –por suerte- se ha pervertido desde hace años con la corriente general de la literatura y forma parte de ella. La ciencia ficción como género literario está muerta, y gracias a ello los escritores tienen la libertad de poder entrar y salir de la misma sin que por eso deban ser tildados como escritores de ciencia ficción.Estoy seguro que muchos de los que lean este post se van a enojar conmigo, tanto los intelectuales que consideran a la ciencia ficción como literatura adolescente (nada más equivocado, por cierto) como por los puristas que creeran que aborrezco de ella. Lamento defraudarlos, pero sería mejor que se decidieran a abrir la cabeza.